jueves, 13 de octubre de 2016

Encuentro 3. Ética, Valores y Familia.

La familia y la salud van de la mano.


La familia es el grupo de intermediación entre el individuo y la sociedad. Constituye el núcleo primario del ser humano, en ella el hombre inscribe sus primeros sentimientos, sus primeras vivencias, incorpora las primeras pautas de comportamiento y le da un sentido a sus vidas. Es la familia conjuntamente con la escuela, la que enseña a los individuos a comportarse de conformidad con las normas y los valores sociales imperantes y con los patrones de la cultura del lugar.

Dentro de la sociedad no existe ninguna organización que supere a la familia en importancia sociológica. En efecto, su influencia se ejerce de múltiples maneras en la vida de la sociedad y sus cambios repercuten a lo largo de toda la estructura social. Es una de las más continuas y permanentes instituciones sociales.

La familia constituye el primer ambiente social de todas las formas superiores de vida, incluyendo al ser humano, y ejercer la más profunda influencia formativa sobre las vidas que en ella surgen, desde el momento mismo de su despertar. Moldea la personalidad de los individuos en especial a través de la inculcación de actitudes y de hábitos.

Como grupo primario por excelencia, tiene a su cargo el proceso de socialización de los miembros de la sociedad. Este proceso comienza en la infancia y dura toda la vida. La experiencia demuestra que los hábitos, actitudes y conocimientos adquiridos durante la infancia, tienen mayor arraigo y son muy difíciles de cambiar. El médico, como factor de transformación social, debe proceder a través de la familia como célula social de nuestra sociedad para promover cambios sanitarios en la comunidad. Los conceptos de prevención y promoción de la salud, deben ser inculcadas a nivel familiar y a temprana edad.

El modo de convivencia más común dentro de la familia venezolana  en la sociedad actual, sigue siendo el matrimonio, ya sea por el modo civil o eclesiástico; sin embargo en estos tiempos se viene en aumento la convivencia por concubinato. Ahora bien, a mi parecer uno no es mejor que el otro mientras exista el respeto y la confianza, porque es en estas familias donde más valores y hábitos aprenden los hijos.

En la familia nos enseñan hábitos de higiene que están íntimamente relacionados con la salud. Son los padres, los abuelos, los tios, etc, los que enseñan a los niños a lavarse las manos antes de comer y luego de ir al baño, a cepillarse los dientes, a bañarnos y lavarnos nuestro cabello, a mantener la ropa y el calzado limpio, a cuidarnos nuestra piel (en especial la de la cara por el acné), a limpiar la casa, lavar los platos, recoger la basura y mantenerla tapada, a colocarnos la mano en la boca cuando tosemos o estornudamos, a lavar los alimentos antes de cocinarlos o antes de comerlos como las frutas, etc.

Pero además la familia nos cuida cuando nos enfermamos. Nos llevan al médico, nos facilitan los medicamentos, nos preparan comida adecuada, nos miman, y todo esto hará que nos recuperemos de manera mucho más rápida. No se recupera de la misma manera un paciente enfermo que viva solo o que en su hogar existan problemas, que un paciente enfermos que tenga una familia unida y feliz. El amor de nuestra familia siempre alivia todas las enfermedades.

Hay casos también donde los niños aprenden aspectos relacionados con la higiene en la escuela y estos conocimientos ellos son capaces de inculcárselos a los padres. Con esto quiero decir que no solo los adultos enseñan, los niños y adolescentes también son capaces de enseñar a los adultos y son capaces también de cuidarlos.

Los hábitos se forman practicando todos los días las mismas acciones o actividades. Si me lavo y enseño a mis hijos a lavarse las manos todos los días antes de comer ¡Pronto lo haremos sin darnos cuenta, porque se ha convertido en un hábito!

Practicar adecuados hábitos nos permitirán mejorar nuestra salud, la de nuestra familia y de nuestra comunidad.



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